La crisis hídrica que vive nuestro país y distintos lugares del mundo ha impactado con fuerza en el ámbito agropecuario, ya que la falta de agua afecta los cultivos y la producción de alimentos. Es una situación compleja que ha implicado nuevos desafíos para quienes trabajan en este rubro.
El cambio climático es un fenómeno que está provocando consecuencias a nivel ambiental, social y económico, que hacen cada vez más necesario abordar formas de mitigar y de adaptarse a las transformaciones que se han producido a raíz de él.
Sus efectos en la agricultura son importantes, ya que el 75% del agua que se utiliza en el mundo es para producción agropecuaria. “Gabriel González Marín, ingeniero agrónomo y consultor internacional en gestión de recursos hídricos, explica: “Se ha producido un cambio en las precipitaciones en intensidad y en oportunidad. Hay lugares en el mundo donde está lloviendo mucho, de manera muy concentrada por períodos, y otros, en los que se produce sequía. Entonces, los cultivos que tienen que recibir agua en forma regular no lo están haciendo”.
El especialista, quien fue invitado por el Convenio UPA-UTEM y participó como exponente en la Feria Vive UTEM Saludable, comenta que a nivel nacional la situación se está haciendo más compleja, porque, hace 12 años que existe una sequía prolongada. A partir de su experiencia como consultor en distintos lugares del continente, comparte, que es uno de los países más golpeados por la crisis hídrica. “En Centro América están empezando a introducir riego tecnificado de alta frecuencia y están descartando el riego por inundación. En nuestro país existen zonas donde si esta situación no cambia, incluso puede haber sistemas productivos que salgan del mercado, empresas exportadoras a las que ya no les sea rentable seguir adelante”.
Al respecto, sostiene que, “se hace necesario repensar la forma de hacer agricultura; ya que no vasta acumular lluvia para el verano. Hay poca nieve en la Cordillera, con lo que los cauces y los ríos que abastecían con agua de riego la temporada de primavera-verano, han disminuido considerablemente su caudal. Por otro lado, está aumentando la temperatura, lo que influye en los procesos fisiológicos en la mayoría de los cultivos. Esto es muy importante, porque está disminuyendo la cantidad de horas de frío afectando los rendimientos productivos”, destaca Gabriel González.
Este aumento de temperatura ha tenido otros impactos. Por ejemplo, en el sur ha permitido que los agricultores exploren cultivos que antes no era posible sembrar. Se ha producido un desplazamiento del límite agrícola del país. Una muestra de ello es que hoy existen viñas y producción de vinos en Mulchén y la Región de los Ríos, entre otros lugares.
Impacto en los pequeños agricultores
La crisis hídrica ha afectado considerablemente a la agricultura familiar campesina, lo que es preocupante ya que es la que produce entre el 70 y 75% de los alimentos. Los especialistas sostienen la necesidad de cuidarla, porque la falta de agua podría poner en riesgo la producción. Es por eso, que resulta fundamental que los agricultores puedan acceder a métodos para hacer más eficiente el uso del agua.
Gabriel González Marín, releva la importancia de apoyarlos para que puedan implementar sistemas de riego tecnificado, mejorar el acceso a la energía, en lo posible energía limpia y potenciar la organización de los pequeños agricultores. Adicionalmente, ser eficiente en la distribución del recurso hídrico, lo que podría resolver en el corto, mediano y largo plazo el suministro de agua para los pequeños agricultores. También desarrollar estrategias que pudieran mejorar esta situación, como, por ejemplo, construir embalses que permitan acumular una mayor cantidad de agua para destinarla a fines agrícolas.
Agrónomos, actores claves en el contexto actual
En este cambio de mirada sobre la utilización de los recursos hídricos, los ingenieros agrónomos tienen un papel relevante. “Nosotros tenemos información sobre el cambio climático y podemos entregarla a la población, como profesionales, incorporarnos desde la perspectiva técnica es más enriquecedor. Llegar a cuantificar, y, establecer con claridad cuál es el real impacto de la sequía, permite generar maneras de adaptarnos y mitigar sus efectos”, detalla el experto.
“También tiene un papel importante en el uso eficiente de los recursos de producción y de los recursos naturales. Es prioritario que el ingeniero agrónomo sea capaz de producir un alimento de la manera energéticamente más eficiente. Otro aspecto para considerar es que tiene que ser muy cuidadoso en cómo proporciona asesoría, apoya, capacita y acompaña al agricultor en este ámbito, para que realmente sean sistemas productivos sustentables y sostenibles”, concluye Gabriel González.
Al respecto, Carlos Escobar Araya, Coordinador del Área Agropecuaria y Veterinaria del Convenio UPA-UTEM, profundiza: “La situación de cambio climático genera importantes desafíos para los ingenieros agrónomos, en este escenario, resulta imperioso adoptar una mirada de desarrollo sostenible de los sistemas agrícolas, focalizado en la generación de soluciones eficientes y eficaces a problemas complejos, siendo clave, que los futuros profesionales posean sólidos conocimientos en ingeniería, ciencia y tecnología”. Lo anterior, se refleja en la formación que se imparte a ingenieros agrónomos a través de nuestro Convenio, quienes adquieren las herramientas necesarias para el manejo sostenible de los recursos naturales, sobre la base de la comprensión de los aspectos fisiológicos de los cultivos, condicionantes ambientales, sistemas productivos, y, la integración de estas variables para la optimización de procesos, que propenda a un desarrollo que considere como eje los ámbitos económico, social y ambiental”.